viernes, 18 de septiembre de 2015

MANDERLEY



"Anoche soñé que volvía a Manderley. Estaba ante la verja de hierro pero no podía entrar. Entonces me imbuyó un poder sobrenatural y atravesé la verja."
(Joan Fontaine en Rebecca)




Mi Manderley particular está en ese sur perdido desde hace tiempo. Es ese lugar sin playa cercano a la bahía, donde sólo quedan pocos rincones con olor a vino y el resto de sus antiguas bodegas están en ruinas u ocupadas por supermercados de bajo coste o tiendas de chinos. Es allí donde hasta en pleno invierno la luz del sol hace daño a los ojos, donde las molduras tienen color de albero, donde te preguntan si quieres una tostada o media y donde las naranjas con las que me tropiezo a veces dan nombre a una calle.

Mi Manderley es esa ciudad donde siempre me pierdo, donde cualquiera que sea el camino que tome siempre acabo delante de la misma bodega, donde compro magdalenas recubiertas de un chocolate que no me hace daño al estómago tras saludar con un "Ave María Purísima", donde hay una estatua de Lola Flores dificilísima de fotografiar y una magnífica cantera de poetas.

En mi Manderley he reído, llorado, asistido a congresos, comprado libros, hecho amistades, tirado fotografías, callejeado y disfrutado de buena compañía.

Por eso, ya es hora de atravesar la verja y volver.

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