domingo, 22 de diciembre de 2013

¿NO ÉRAMOS TOD@S IGUALES, JUAN CARLOS?


No sé qué tal andarán ustedes de memoria pero, por si acaso, me permito recordar que Letizia Ortiz Rocasolano, actual Princesa de Asturias, fue durante muchos años una ciudadana como todas las demás con sus derechos y obligaciones, con sus picos y valles, sus penas y alegrías y, sobre todo, con sus momentos en los que tuvo que tomar decisiones importantes. Por eso mismo, su decisión de abortar debió ser, en su momento, tan difícil como lo pudo haber sido para cualquier otra mujer que se haya visto en la misma situación. Es por esto por lo que no puedo admitir que la Zarzuela insista ahora tanto en ocultar ese hecho como si fuera algo vergonzante cuando, en realidad y dejando simpatías o animosidades personales a parte, Letizia Ortiz es la única persona que, como paradigma de ciudadana corriente y moliente, merece todo respeto dentro de esa "familia".


Siempre me han resultado indiferentes las historias de la Zarzuela pero, cuando se anunció el compromiso de la entonces periodista con el hijo del rey, siempre pensé que Letizia Ortiz representaba toda una bofetada a una institución tan rancia como la que representa la familia real por ser ciudadana de clase media, divorciada e hija de madre sindicalista. El simple hecho de que en su día decidiese hacer uso de un derecho reconocido por las leyes españolas no hace sino recordar que, pese a su situación familiar actual, tiene más en común con la ciudadanía española que el resto de esa familia real cuyo cabeza, tan campechano él, insiste en mostrar como tan igual y tan cercana al pueblo.

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